El sueño de muchos adolescentes es ser populares. Ser popular en la adolescencia, es un pase automático al “triunfo” porque, como por arte de magia, estos chavos siempre tendrán invitaciones a fiestas, eventos y todo tipo de planes. Alrededor de ellos girará un grupo de amigos selecto y cool, no cualquier “teto”, “lelo”, “raro”, “loser”, “nerd” o “recha”. Tal vez como padre te puedas sentir orgulloso de verlo con gente tan bonita ¡Cuídado!
Para comprender este deseo de nuestros hijos hay que tener en mente su necesidad de encajar y pertenecer a un grupo. El problema radica en que para pertenecer a un grupo élite como este, tendrán que perder gran parte de su incipiente identidad para lograr ser aceptados. Aceptación que, adquieren muchas veces, a costa de conductas autodestructivas o de riesgo: drogas, alcohol, sexo inseguro, trastornos alimentarios, agresión, etc. Conductas que, “demostrarán” que son dignos de estar ahí.
Por añadidura necesitarán aprender a aparentar que no son sensibles, empáticos, asertivos, cálidos, o solidarios y tendrán que fingir que son superficiales y centrados en la apariencia y el dinero.
¡El costo es altísimo ya que pierden contacto con su esencia!
En la adolescencia reafirmamos nuestra seguridad y, el hecho de ser aceptados por los demás es un componente básico para lograrlo, sin embargo, la ropa de marca ; el teléfono de moda; el cuerpo atlético y delgado; ser chismoso; aparentar mucha seguridad; las conductas inadecuadas; burlarse; molestar; consumir alcohol en exceso, ser promiscuo y por supuesto, tener un montón de “amigos” NO te hace ser mejor persona. Al contrario.
Por supuesto que muchos de nuestros adolescentes desean parecerse al más popular, ya que en esa etapa de su vida no entienden que lo más importante no es parecernos a otros, si no ser quien somos y aceptarnos.
A los padres nos toca guiarlos para que se desarrollen y se fortalezcan emocionalmente. Para ello, tenemos que aprender cómo hacerlo, no fomentar esas actitudes, informarnos, leer, asistir a cursos e involucrarnos en su educación siendo firmes y afectuosos.
Ser adolescente no es simple y ser popular no es tan sencillo como aparenta ya que aquél que llegue a serlo deberá obedecer y satisfacer a muchas personas, cumpliendo siempre con lo que ese grupo espera de él. ¡Esto puede llegar a ser muy desgastante, peligroso y estresante! Y yo creo que el costo más alto que tendrá que pagar es inmenso porque implica renunciar a ser quien realmente es.
¿Quieres tener un hijo popular o un hijo que se acepta y se quiere como es?
Deja una respuesta